Hemos abierto la posibilidad de cerrar no solo dos siglos de precariedad política, de predominio de una casta costumbrada a saquear nuestra patria y despreciar a nuestra gente; empeñada profundizar la extirpación cultural que inició la Colonia. Hemos abierto la posibilidad de cerrar cinco siglos de desconcierto e irrespeto instalados con el escalabro ocurrido en 1532 en Cajamarca. Tiene un alto valor simbólico que sea un cajamarquino humilde, un profesor rural, campesino y rondero, a quien corresponde ahora tomar la posta en ese proceso de reconstitución colectiva que va más allá de lo que diga o no un texto constitucional.
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