Por: Francisco Vásquez Carrillo
Luego de la proclamación de Independencia de 1821 del Perú, firmado por 339 españoles y criollos; se ha iniciado un conflicto cultural, desde el proceso eleccionario del 2021. La proclama de la independencia de hace 200 años, estuvo lejos de ser multitudinario y participativo. Los indígenas fueron excluidos de la proclama independentista. La derrota del proyecto indígena, que propuso la restauración de la sociedad del Tahuantinsuyo, reforzó el poder colonial español. El retroceso de las rebeliones indígenas consolidó el liderazgo de los españoles nacidos en América o criollos. La lucha por la independencia y el separatismo tuvo en los criollos a un nuevo actor y un nuevo proyecto.
La integración de los indígenas en el naciente ejército peruano, fue denegado. Del mismo modo, el pueblo mayoritario se vio burlado por la promesa de abolición los tributos, que duró sólo cinco años. La república nacía alineando los intereses de criollos, españoles, mestizos y clérigos; y depuró del poder político a indios y esclavos. Los republicanos peruanos abdicaron al espíritu revolucionario francés, que los inspiró. La ideología racial, se instaló en las relaciones institucionales y sociales; así, la construcción de ciudadanía fue truncada.
La extirpación de las idolatrías impuestas en la colonia, se reprodujo en la República, con el discurso de la superioridad racial que fue legalizada y legitimada. El idioma, la vestimenta, los alimentos, los cantos y danzas si provenían de los indios eran considerados inferiores, ferozmente desacreditados; se prefirió a las modas francesas, inglesas y luego norteamericanas. La República aprendió a vivir y gobernar a espaldas de la mayoría indígena.
La fatídica Guerra del Pacifico expuso las precariedades de la institucionalidad republicana. En 1883 la última etapa de la guerra, el general Avelino Cáceres organizaba una arremetida contra el invasor chileno, en base a un ejército irregular de indígenas; entonces el presidente Miguel Iglesias aceleró la firma del Tratado de Ancón. González Prada fustigó y responsabilizó a la aristocracia por la derrota de la guerra.
El historiador Nelson Manrique afirma que la independencia fue trunca y excluyente. En el siglo XX, aparecieron la Alianza Popular Revolucionaria Americana y el Partido Socialista, que contribuyeron a desencadenar en 1968 la Reforma Agraria con el general Juan Velasco Alvarado, que canceló la tenencia de la tierra y el servilismo social agrario. Desde la década de los 50, Lima fue escenario de grandes migraciones desde los andes. En 1980, Lima era testigo de un desborde popular incontenible.
Han trascurrido 200 años de República, para que un profesor de una zona rural, sea proclamado presidente, y ahora, sea vapuleado por aquella ideología instalada en el colectivo criollo que los indios-andinos son incapaces de gobernarse. El estigma de indios inferiores, en la actual coyuntura, se está transmutando a “terrucos” caóticos. El “terruqueo” de la élite limeña a las propuestas políticos populares; tienen por herencia a la ideología colonial, sintetizada en racismo y exclusión. La voluntad popular, en ese extremo puede ser quebrantada por aquella elite, que demostró antes, inconsecuencia con los ideales de igualdad, libertad y fraternidad.
La República para autenticar los principios liberales y democráticos, podría propiciar un nuevo pacto social con la participación de los actores socio-políticos y asegurar la legitimación del poder. Empero, en la coyuntura actual el encuentro y el dialogo social, para la construcción de una independencia a la colonización mental, está siendo desplazado por un sórdido y tenaz conflicto cultural.